sábado, 30 de junio de 2012

Abril de 1996

Fernando del Paso
En la entrega correspondiente de mi colaboración de Abril de 1996 para Revista de Revistas, publicación de Excélsior, se me encargó entrevistar a Fernando del Paso, quien en esos momentos había publicado una novela policiaca, Linda 67. Historia de un Crimen, en aquel entonces publicada en Plaza & Janés y posteriormente reeditada en Obras II, coedición de El Colegio Nacional y el Fondo de Cultura Económica, dicha conversación se publicó en la página 60 y llevó como título “A la escritura nunca le he podido dedicar más de cuatro horas diarias: Fernando del Paso”. 
Dos meses antes de nuestro encuentro, Fernando del Paso ingresó en El Colegio Nacional el 12 de febrero de 1996. Su discurso de ingreso, “Yo soy un hombre de letras”, fue contestado por el doctor Miguel León-Portilla.
La biografía oficial que le menciona como miembro de dicha institución a la letra dice que Fernando del Paso Morante nació en la ciudad de México en 1935. Curso los bachilleratos de ciencias biológicas y económicas, así como dos años en la Facultad de Economía de la UNAM. Su primera novela, José Trigo, fue publicada en 1966, año en el que obtuvo el Premio Xavier Villaurrutia. En 1976 apareció Palinuro de México, que recibió el Premio de Novela México a la mejor novela inédita y, posteriormente, el Premio Internacional Rómulo Gallegos (1982) y el Premio a la Mejor Novela Publicada en Francia (1985). Su tercera novela, Noticias del Imperio, fue publicada en 1986. De estas dos últimas obras existen traducciones al inglés, francés, portugués, alemán, holandés y chino. En 1995 se publicó su cuarta novela, Linda 67. Historia de un crimen; en 1998 La muerte se va a Granada, obra de teatro en verso sobre Federico García Lorca, y en 1999 Cuentos dispersos, libro editado por la UNAM.
Del Paso ha escrito también ensayo y poesía, además de una serie de sonetos bajo el título Sonetos del amor y de lo diario. Publicó dos pequeños libros en verso para niños: De la A a la Z por un poeta, y Paleta de diez colores. Trabajó en diversas agencias de publicidad y ha incursionado también en el periodismo cultural. Vivió dos años en Estados Unidos (como participante del International Writing Program, de la Universidad de Iowa City, catorce en Londres (como colaborador de la British Broadcasting Corporation) y ocho en París, donde se desempeñó como consejero cultural y después como cónsul general de México.
Entre 1997 y 1998, la exposición titulada “Destrucción del Orden”, compuesta por quince obras de técnicas mixtas, recorrió varias ciudades del país. Como dibujante y pintor ha presentado sus obras en Londres, Madrid, París y varias ciudades de Estados Unidos. Su serie 2000 caras de cara al 2000 se presentó en el Museo de Arte Moderno de la ciudad de México, en el Hospicio Cabañas, en la ciudad de Guadalajara, y en el Festival Internacional Cervantino, en Guanajuato. También ha expuesto en el Museo Carrillo Gil.
En 1991 le otorgaron el Premio Nacional de Letras y Artes, y en 1998 fue nombrado Miembro Honorario de The American Association of Teachers of Spanish and Portuguese.
Asimismo, la página en internet menciona que es uno de los novelistas mexicanos más originales; pues, su José Trigo, que describe la vida de un hombre en un paralelismo con el movimiento ferrocarrilero de 1958, es una búsqueda exhaustiva del lenguaje y de las estructuras literarias; en Palinuro de México alude al Movimiento Estudiantil de 1968 y su interrelación con la ciencia, en Noticias del Imperio penetra en la mente enloquecida de Carlota; en Linda 67. Historia de un Crimen incursiona en la novela policial.
Eterno aspirante al codiciado Premio Nobel de Literatura, al lado del recientemente fallecido Carlos Fuentes, mi interlocutor inició la plática con un señalamiento. “Estoy seguro que no me otorgarán el Premio Nobel, ya que el académico sueco que era el principal promotor de los escritores latinoamericanos por desgracia ya murió, y los otros miembros, aunque hablan varios idiomas, no manejan el español, además que yo sepa a nadie le han otorgado este galardón por dos o tres libros, entonces sería casi imposible que tuviera la fortuna de saberme ganador”.
El Director de la Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz, que se definió en ese día como un pequeño burgués que estudió en la escuela Benito Juárez, refirió que desde niño deseó ser pintor, aun cuando después se frustró y descubrió a los veinte años que lo que realmente le interesaba era la literatura, gracias a los consejos del colombiano Antonio Montaño y del mexicano José de la Colina.
El bisnieto de Francisco del Paso y Troncoso también refunfuñó en esa plática por lo que a él le pareció un arribo tardío de mi parte y masculló: “has llegado 25 minutos tarde”, al momento que retiraba de su muñeca izquierda un reloj de pulso con 20 minutos de adelanto para depositarlo en una mesa redonda de centro negra que sirvió para dar cabida a mi grabadora y a dos libros de su autoría, Palinuro de México y Linda 67. Historia de un Crimen.
El pretexto para acercarme en ese ayer al Premio Nacional de Lingüística y Literatura 1991 fue el que me platicara por qué después de tres grandes obras en ese momento concebía una novela que la crítica consideraba muy lejos de su capacidad creadora.
Indicó que para relajarse, el otrora agregado cultural y cónsul en la Francia de François Mitterand siempre tuvo la idea de hacer un thriller.
Al ir de vacaciones con su familia a Manzanillo, en un par de ocasiones, comenzó a cristalizar el proyecto. En esos viajes le fascinaba leer las narraciones publicadas bajo “El séptimo sello”, colección fundada por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares en Buenos Aires, serie de la cual debió haber leído aproximadamente cincuenta obras. De esos días nace también su gusto por Agatha Christie, George Simenon, Ellery Queen, Rex Stout, Patricia Highsmith, Raymond Chandler, Dashiell Hammett y Gaston Leroux.
El también miembro honorario del Seminario de Cultura Mexicana acentuó que lo más importante al plantearse la escritura de una novela policiaca fue el deseo de enfrentarse al reto. “Desde hace treinta años ya tenía la idea de la trama, que data de la época de José Trigo. Hasta el año pasado (1995) impulsado por una necesidad incontenible me decidí a redactarla, no sin antes sentir temor al saber que sería una ‘obra menor’ a las anteriores. Por esa razón no le dije a nadie que estaba escribiendo un thriller, sólo lo sabía mi hermana, mi mujer y mis hijos. Yo quería estar seguro de lo que realizaría y no crear una expectativa y luego defraudar. Ya que vi que era una novela respetable me decidía publicarla”.
Hizo una pausa, pidió unos minutos para revisar su PC, se inclinó y tomo un cable, que al parecer no funcionaba correctamente. Observó, pensó y decidió. “Continuemos, no quiere funcionar bien”, dijo al momento de sujetar firmemente con una mano alguna hojas. Conservó la otra libre para mostrar énfasis.
“Dudaba en dónde situarla, quería hacerlo en una ciudad de habla inglesa, de preferencia en los Estados Unidos. San Francisco fue la entidad elegida, la visité y comencé a elaborar la novela. Luego regresé por un periodo más largo, tres semanas. Ya en México la terminé. En los diez meses que duró su proceso me divertí mucho, algo raro en mí”.
Según Fernando del Paso existe una brecha enorme entre la novela policiaca y el thriller. “En la novela policiaca hasta el final se sabe quien es el autor del crimen y en el thriller se conoce quien es el asesino desde el inicio. En toda novela de este tipo se debe conservar el misterio y un suspenso que atraiga la atención hasta del más incrédulo lector, respetando siempre la primera, y más importante de las veinte reglas establecidas por S.S. Van Dyne, entre las cuales una dice que el lector debe tener las mismas oportunidades que el detective para descubrir el acertijo ahí presentado, para que se mantenga al lector con el suspenso hasta la última página”.
Biblioteca Iberoamericana Octavio Paz
Con una camisa gris claro, pantalón de casimir de la misma tonalidad, calcetines azul marino y zapatos color marrón, encontré a un fatigado hombre que pese a las dolorosas enfermedades que ha venido padeciendo, la muerte le viene huyendo. “Tuve un cáncer a los 27 años, después en París un infarto al miocardio, al momento de dirigirme a mi oficina del Consulado General de México. Tengo periodos largos de buena salud y luego me viene una etapa con muchos problemas, recaigo, pero me vuelvo a levantar”.
El diagnóstico no auguraba nada positivo. Esa misma tarde fue intervenido quirúrgicamente. La situación se había complicado al encontrarse “una ruptura de corazón”, padecimiento muy raro del que pocos viven para contarlo. El cardiólogo francés que lo atendió con buena fortuna, había comentado que la suerte le sonrió al intelectual mexicano, porque al formársele un coágulo, éste impidió que la sangre abandonara el corazón, tal como ocurre en porcentajes muy altos.
Al contrario de lo que pudiera pensarse de este hombre que a los 22 años se casó con el amor de su vida, Socorro, el proceso creativo le produce un gran sufrimiento, y trata lo más que puede de postergar el momento de enfrentarse al teclado, buscando cualquier excusa para no iniciar con ello.
“A la escritura nunca le he podido dedicar más de cuatro horas diarias. Es algo que me agota tanto física como mentalmente. Yo puedo estar pintando y dibujando hasta ocho horas diarias, pero a la escritura sólo le puedo dedicar tres o cuatro horas cuando mucho”.

domingo, 17 de junio de 2012

Conversaciones con Aristóteles

En Conversaciones con Aristóteles, cuya distribución en México la viene realizando Paidós, bajo el sello Oniro, me encontré unas interesantes reflexiones sobre la muerte.
Aunque el pequeño volumen es una conversación imaginaria entre Jonathan Barnes -el hermano filósofo de Julian- y el creador de la lógica formalAristóteles, se observa en el autor de Los Presocráticos (Cátedra) el bagaje de más de tres décadas de enseñanza de la filosofía antigua en prestigiosas universidades.
Como introducción a este capítulo, Barnes inicia reflexionado que los dioses son inmortales y que los hombres deberían esforzarse por “inmortalizarse”, imitando a los dioses tanto como les sea posible. “Pero no pueden hacer eso de un modo literal: (puesto que) todos los hombres son mortales”.
Jonathan Barnes
Antes de lanzarle la pregunta al Aristóteles imaginario sobre sus reflexiones acerca del dejar de existir, Barnes cita al padre intelectual del entrevistado, Platón, al mencionar que el gran dialogador no estaba de acuerdo en este concepto de vida eterna, ya que Aristocles Podros (verdadero nombre de Platón) afirmaba que la muerte es una separación entre el alma y el cuerpo, y subraya: “Los puntos de vista de Aristóteles sobre la naturaleza del alma convertían cualquier clase de supervivencia –y mucho más la inmortalidad- en imposible”.
Confieso que esperaba leer desde el inicio de la respuesta una apasionante disertación de este tema tabú para una gran mayoría de culturas, sin embargo, la respuesta del presunto Aristóteles es sin apasionamiento: “He reflexionado un poco sobre la muerte, ¿quién no lo ha hecho? Pero no puedo decir que encuentre la cuestión especialmente apasionante”.
Al referirse a Platón y su opinión acerca de este tema, del cual disentían ambos históricos pensadores, menciona que su mentor pensaba que cuando morimos nuestras almas desembarcan de nuestros cuerpos y marchan a un tribunal de justicia y que los jueces examinan nuestras vidas pasadas, nos declaran inocentes o culpables. Esto último en su entender suponía sería lo más probable.
Para la concepción platónica, si somos inocentes se vive para siempre en una felicidad incorpórea; si somos culpables nos condenan a otra vida corpórea, que podría ser indistintamente animal o humana, y al finalizar ésta de nueva cuenta se efectúa el mismo proceso.
Aristóteles
Este Aristóteles confirma su desacuerdo con la postura de Platón al respecto. “Dudo que mucha gente se haya tragado toda la historia de Platón, pero un gran número parece haberse tragado la idea general. Y sin embargo, ni Platón ni nadie más puede encontrar la menor razón que apoye ideas tan descabelladas”.
Con respecto a su sentir en cuanto a que sobreviva algo después de la muerte, este Aristóteles responde que todos vivimos durante un tiempo en los recuerdos de familiares, amigos y enemigos. “Pero eso no durará más de 50 ó 60 años. Unos pocos de nosotros sobrevivimos de otro modo. (por ejemplo) Homero sobrevive en la Ilíada y la Odisea
Al preguntarle su interlocutor si la muerte es el fin de todo, el entrevistado responde que todos vemos la muerte cada día, y sabemos lo que es. “Cuando mueren cosas, en ocasiones decimos que sus almas se separan de sus cuerpos. Pero ¿qué significa eso? Significa que un animal o planta muere cuando pierde sus capacidades vitales, cuando ya no puede alimentarse, o crecer, o reproducirse, o moverse, o percibir, o pensar, o sentir…”.
Pese a que el personaje histórico creado por Barnes le comenta que no quiere morir, porque aún es capaz de razonar con la misma brillantez de siempre y no desea irse. “Pero una cosa es no querer morir, (y) otra muy distinta es tener miedo a la muerte”.
Recalca hacia si mismo que el encontrar estar muerto no es una perspectiva aterradora, sino más bien una ausencia total de perspectivas. “Es razonable sentir miedo… “.

viernes, 8 de junio de 2012

La próxima fase de la evolución

Stanislaw Lem
En los rocanrolescos años 60, Stanislaw Lem fue uno de los autores más buscados entre los adictos a la ciencia ficción o literatura de anticipación como se le conocía en sus inicios. Las altas ventas en las librerías de la época demostraron que Lem, fue tan leído como Ray Bradbury, Isaac Asimov o Arthur C. Clarke. Y a la aparición de su novela Solaris sus seguidores comenzaron a considerarlo como el gurú de esta corriente narrativa.
Por mucho tiempo, encontrar un libro de Lem era como buscar una aguja en un pajar. Si no se encontraba el título deseado en alguna biblioteca pública, lo único que quedaba era que alguna de las llamadas “librerías de viejo” lo tuviera. En esos años el mercado del libro en castellano de la ciencia ficción lo dominaban ediciones minotauro y editorial Bruguera, y no siempre llegaba todo el catálogo a México.
Desde 2005, Alianza Editorial lleva editando en bolsillo la Biblioteca Lem, donde ya podemos encontrar varias de sus novelas y antologías de cuentos. Por otra parte, Minotauro, Punto de Lectura, Edhasa, Impedimenta y Funambulista se han unido al esfuerzo de reditar y publicar inéditos del autor polaco, aunque parte de ellos inconseguibles en tierra azteca .
Paradójicamente, cuando estaba en apogeo el redescubrimiento de Lem en iberoamérica, el autor de Ciberiada muere en Cracovia a la edad de 84 años.
Lem nació en 1921 en la entonces polaca ciudad de Lvov (hoy en Ucrania), en una familia tradicionalmente inclinada por los estudios médicos, profesión que se decidió llevar a cabo, pese a su inclinación por las letras. Al estar ya inscrito en la facultad de Medicina de su tierra natal, la ocupación nazi lo obligó a dejar temporalmente los estudios y dedicarse a la mecánica y la soldaduría.
En ese tiempo se da lo que él siempre señaló en diversas entrevistas como el momento crucial de su vida, el entablar amistad con el doctor Mieczyslaw Choynowski, quien lo empleó como ayudante suyo en el centro de estudios científicos que fundó en Cracovia. Allí comenzó a estudiar Lógica, Metodología, Psicología e Historia de las Ciencias Naturales, disciplinas que a lo largo de su prolífica carrera literaria le resultaron de gran utilidad.
La primera vez que se leyó algo de Lem fue en 1946, al publicarse la primera entrega de su relato Czlowiek z Marsa (El hombre de Marte) en la revista Nowy Swiat Przygod (El Nuevo Mundo de las Aventuras). Cinco años más tarde debutó como novelista con Los astronautas.
Varios de sus libros ya forman parte del Olimpo de la ciencia ficción: Diarios de las estrellas, Congreso de futurología, Edén, La voz de su amoMemorias encontradas en una bañera, La fiebre del heno, Solaris (que Tarkovsky llevó a la pantalla grande y mereció el Premio Especial de Jurado en Cannes y cuyo texto volvería a ser requerido por Hollywood y Steven Soderbergh en el 2002).
Vendedor de más de 27 millones de ejemplares de libros y traducido a 41 idiomas, Lem obtuvo en 1973 el Premio Nacional de Literatura y es nombrado miembro honorífico de la Asociación de los Escritores de Ciencia Ficción en América, de la que posteriormente fue expulsado por criticar el escaso nivel narrativo de ese género literario en  los Estados Unidos. En 1976, la asociación quiso redimirse, pero el autor de Ciberiada rechazó la propuesta.
Desde mediados de los 80 escogió al ensayo para expresarse de una manera diferente, cansado de la ficción por considerarla a partir de esa década como un género “muy menor, muy pueril y carente de todo valor cognitivo”, y por ser el ensayo un mejor instrumento para comprender la realidad circundante.
El miércoles 12 de abril de 2006 en el periódico español La vanguardia, en la página 8 de su suplemento cultural, bajo la firma de Ángeles López, apareció la última entrevista realizada al hombre que vaticinó que el robot sería la próxima fase de la evolución y acabaría por desplazar no sólo al hombre, sino a toda la vida orgánica del Cosmos.  
La conversación la concedió Lem con motivo de la aparición en castellano de Provocación (Funambulista), libro que en palabras de su prologista, el escritor David Torres, después de leerlo se quedó, junto con el gozo, "la convulsión y el espanto, con un vacío, un vértigo indescriptible".
En la contraportada encontramos que éste es el primer libro del autor polaco Stanislaw Lem traducido al español en los últimos quince años, y que es una hazaña intelectual sin paralelo en la literatura contemporánea. Además, indican los editores que en la narración miramos la conjunción de El genocidio, obra de Horst Aspernicus, un supuesto historiador alemán del Holocausto, y de un extravagante y ácido estudio que intenta recoger mediante precisas estadísticas todo lo que le sucede a la humanidad durante un único minuto. Provocación es un libro heterodoxo y afilado como un cuchillo que cuestiona de un tajo todas las convicciones sobre el Holocausto y el hombre contemporáneo.
En torno a las circunstancias que rodearon la escritura de Provocación, el intelectual polaco respondió que no podía asegurar que no escuchó precisamente música celestial durante ese proceso. “El libro se publicó por vez primera en Alemania en 1980, pero sólo la parte relativa al genocidio, a la obra imaginaria de Aspernicus. Sólo en 1984 se editó en Polonia, pero esta vez ya con el añadido de la reseña sobre "One Human Minute”.
Recalcó que muchos comentaristas e historiadores creyeron en la existencia real de la monografía sobre el Holocausto del escritor alemán Aspernicus."No se percataron de que, aunque sólo por problemas de fechas, ese libro no podía existir. Cuando le preguntaron por el libro de Aspernicus al director de la Comisión de Crímenes Hitlerianos, ¡el tipo contestó que lo tenía en su mesita de noche pero que todavía no le había dado tiempo a leerlo!"
Con la pregunta ¿cómo ha logrado que sus libros no mueran, una vez muerto el sistema contra el que iban dirigidos?, el personaje que en Alemania era considerado un filósofo y en Rusia un científico, aclaró que no le gusta hablar de mensajes en su obra. “Los libros tienen que hablar por sí mismos, un libro cobra vida a partir del momento en que es leído, y se produce una química entre el lector y el autor, pero poco importa cual hay sido la intención del autor al escribirlo”.
Obviamente se le cuestionó su abandono a la ciencia ficción y su incorporación al ensayo. Su respuesta fue contundente al preguntarse a si mismo si acaso hubiera debido seguir escribiendo ficción hasta el final de sus días y mencionó una frase demoledora al minimizar a la literatura que le dio prestigio.
“Un hombre puede cambiar de oficio. A veces escribo cosas divertidas y otras veces cosas menos divertidas. El ser humano debe dedicarse a hacer aquello para lo que está dotado, y yo pensaba que sabía escribir cierta literatura y así lo hice. Luego, con el tiempo, me planteé si seguía sabiendo”.
En él la motivación fue disminuyendo, los centros de interés cambiaron,  también cambiaron las circunstancias. Muchas de las cosas que eran fantasía se hicieron realidad. “Hoy en día, la realidad es más `caricaturesca´ que lo que yo mismo encontré en mi imaginación en su día, con lo cual no tiene sentido que compitan la fantasía y la realidad entre sí”.
Cuestionó que no existiera imaginación que pudiera a competir con la realidad, que no hubiera nada que pudiera superar la realidad actual, que todo fuera un esfuerzo inútil. “Este lenguaje propio de las fábulas de Esopo que yo usé en su momento ya no es necesario. Por otro lado, yo no debo luchar contra el poder. Actualmente se pueden firmar manifiestos, artículos, aunque tal vez sean sólo gestos, no sirvan de gran cosa. Pero escribir libros, no sé. Muchas cosas están caducas o simplemente son estériles, o es que yo he perdido las ganas de escribir. Por ejemplo, algo como la conquista del espacio por los astronautas no tiene sentido para mí, pues no creo que los hombres puedan colonizar Marte”.
Opinó que en ese caso fue mejor callarse y dejar la pluma silenciosa, y aquí soltó su sentencia lapidaria al género que lo catapultó a la fama. “El género de la ciencia ficción es algo que no soporto, lo considero un género muy menor, muy pueril y carente de todo valor cognitivo. Prefiero mil veces cualquier novela policíaca, por mala que sea, que todas esas zarandajas galácticas”.
Recordó que escribió un artículo en los años 70, titulado algo así como "Ciencia ficción: un caso desesperado", y que por ello le dieron de baja como miembro en la Science Fiction Writers of America. “De joven escribí novelas cercanas a la ciencia ficción, para poder escapar del realismo social en boga y paras sortear la censura estalinista, pero no dejo que se reediten”.
Dijo que sus libros de madurez, Ciberiada, Fábulas de robots, entre otros, son más apólogos o cuentos filosóficos en la tradición de la literatura francesa del Siglo de las Luces que ciencia ficción. “Pero siempre intenté que hubiera una base científica, siempre busqué confirmación científica de lo que yo escribía”.
Lem puntualizó en esa entrevista que hay mucha ironía en su obra, debido a que muchas veces esa era la única manera que tenía un escritor de expresarse. “Me gusta la literatura en cierto modo didáctica, pero que se ajuste a las buenas preguntas y a las buenas respuestas. Yo mismo me baso en el sistema científico del `prueba y error´, pero en literatura no hay recetas”.
Para él, la literatura de ese momento era truculenta, sanguinolenta, porque desprecia todo pintoresquismo. Por eso, subrayó que en sus libros intentó usar un lenguaje sencillo, casi primitivo.
Al puro estilo borgiano, al también autor de Vacio perfecto le gustaba el juego de las reseñas de obras ficticias, tanto en este texto que presenta los prólogos e introducciones imaginarios de ciertos libros y artículos de investigación inexistentes, como por el cual se realizó esta entrevista, Provocación.
Escribió cuatro volúmenes de este tipo bajo el epígrafe general de "La biblioteca del siglo XXI". “Con la edad me volví impaciente y ya no soportaba la dura labor artesanal inherente a ser un fabulador, pues convertir una iluminación, una fulgurancia que cruza por tu mente en obra literaria requiere mucho esfuerzo, pero no sólo mental, sino también físico. De ahí lo de las reseñas: necesitaba usar menos fabulación, todo lo que era narratividad me había llegado a aburrir tanto”.


Liz and Dick

Lindsay Lohan, caracterizando a Elizabeth Taylor
El mero día de San Jorge y también del Día Mundial del Idioma Español, el portal E! Online informó que la actriz Lindsay Lohan protagonizará el papel de Elizabeth Taylor en la película para la televisión Liz and Dick. El productor Larry Thompson señaló que el parecido físico en los rostros de Lohan y Taylor facilitaron la contratación de la juvenil actriz, pero la elección de la también modelo se fue postergando por la sanción impuesta por las autoridades judiciales a Lohan por conducir reiteradamente bajo los efectos de las bebidas alcohólicas. 

Elizabeth Taylor

Para sustentar el por qué de la espera, Rob Sharenow, el vicepresidente de programación para la producción, dijo en conferencia de prensa "Lindsay Lohan posee talento, belleza e intriga para capturar el espíritu de un icono tan provocativo" como Liz Taylor. 
Tras todas las dudas surgidas, hace unos días la producción hizo circular las primeras imágenes del rodaje. En ellas se observa que la también cantante de 25 años se cortó y se tiñó más oscuro el cabello para adaptarse a la imagen de Taylor. 
Esta semana comenzará la filmación junto a su compañero Grant Bowler, en el papel de Richard Burton
Liz and Dick narrará precisamente la historia de amor de Taylor con Burton con quien se casó dos veces.
Se espera que la película sea transmitida en la televisión de Estados Unidos el próximo noviembre.