domingo, 17 de junio de 2012

Conversaciones con Aristóteles

En Conversaciones con Aristóteles, cuya distribución en México la viene realizando Paidós, bajo el sello Oniro, me encontré unas interesantes reflexiones sobre la muerte.
Aunque el pequeño volumen es una conversación imaginaria entre Jonathan Barnes -el hermano filósofo de Julian- y el creador de la lógica formalAristóteles, se observa en el autor de Los Presocráticos (Cátedra) el bagaje de más de tres décadas de enseñanza de la filosofía antigua en prestigiosas universidades.
Como introducción a este capítulo, Barnes inicia reflexionado que los dioses son inmortales y que los hombres deberían esforzarse por “inmortalizarse”, imitando a los dioses tanto como les sea posible. “Pero no pueden hacer eso de un modo literal: (puesto que) todos los hombres son mortales”.
Jonathan Barnes
Antes de lanzarle la pregunta al Aristóteles imaginario sobre sus reflexiones acerca del dejar de existir, Barnes cita al padre intelectual del entrevistado, Platón, al mencionar que el gran dialogador no estaba de acuerdo en este concepto de vida eterna, ya que Aristocles Podros (verdadero nombre de Platón) afirmaba que la muerte es una separación entre el alma y el cuerpo, y subraya: “Los puntos de vista de Aristóteles sobre la naturaleza del alma convertían cualquier clase de supervivencia –y mucho más la inmortalidad- en imposible”.
Confieso que esperaba leer desde el inicio de la respuesta una apasionante disertación de este tema tabú para una gran mayoría de culturas, sin embargo, la respuesta del presunto Aristóteles es sin apasionamiento: “He reflexionado un poco sobre la muerte, ¿quién no lo ha hecho? Pero no puedo decir que encuentre la cuestión especialmente apasionante”.
Al referirse a Platón y su opinión acerca de este tema, del cual disentían ambos históricos pensadores, menciona que su mentor pensaba que cuando morimos nuestras almas desembarcan de nuestros cuerpos y marchan a un tribunal de justicia y que los jueces examinan nuestras vidas pasadas, nos declaran inocentes o culpables. Esto último en su entender suponía sería lo más probable.
Para la concepción platónica, si somos inocentes se vive para siempre en una felicidad incorpórea; si somos culpables nos condenan a otra vida corpórea, que podría ser indistintamente animal o humana, y al finalizar ésta de nueva cuenta se efectúa el mismo proceso.
Aristóteles
Este Aristóteles confirma su desacuerdo con la postura de Platón al respecto. “Dudo que mucha gente se haya tragado toda la historia de Platón, pero un gran número parece haberse tragado la idea general. Y sin embargo, ni Platón ni nadie más puede encontrar la menor razón que apoye ideas tan descabelladas”.
Con respecto a su sentir en cuanto a que sobreviva algo después de la muerte, este Aristóteles responde que todos vivimos durante un tiempo en los recuerdos de familiares, amigos y enemigos. “Pero eso no durará más de 50 ó 60 años. Unos pocos de nosotros sobrevivimos de otro modo. (por ejemplo) Homero sobrevive en la Ilíada y la Odisea
Al preguntarle su interlocutor si la muerte es el fin de todo, el entrevistado responde que todos vemos la muerte cada día, y sabemos lo que es. “Cuando mueren cosas, en ocasiones decimos que sus almas se separan de sus cuerpos. Pero ¿qué significa eso? Significa que un animal o planta muere cuando pierde sus capacidades vitales, cuando ya no puede alimentarse, o crecer, o reproducirse, o moverse, o percibir, o pensar, o sentir…”.
Pese a que el personaje histórico creado por Barnes le comenta que no quiere morir, porque aún es capaz de razonar con la misma brillantez de siempre y no desea irse. “Pero una cosa es no querer morir, (y) otra muy distinta es tener miedo a la muerte”.
Recalca hacia si mismo que el encontrar estar muerto no es una perspectiva aterradora, sino más bien una ausencia total de perspectivas. “Es razonable sentir miedo… “.

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