sábado, 1 de agosto de 2009

El prólogo más famoso

La editorial Seix Barral envío en 1988 a México, en versión íntegra y con su redacción y puntuación original, la que para muchos es una verdadera obra maestra de la literatura, El Bosque de la noche, de una de las más prominentes miembros de la llamada " Rive Gauche", Djuna Barnes.
El hecho de que la obra en su primera edición bajo el sello Faber & Faber recibiera tal cúmulo de elogios ya indica grandeza. Por ejemplo Dylan Thomas mencionó que El Bosque de la noche es uno de los tres grandes libros en prosa que jamás haya escrito una mujer. Además, Lawrence Durrel se complació en ser contemporáneo de Barnes. En tanto, Graham Green se desvivió en elogios hacia la autora y su obra. “(Djuna Barnes es) una escritora dotada de una asombrosa capacidad de expresión... (La obra posee) una riqueza espontánea de imágenes y de alusiones, una oscura fecundidad de disertación, alarmante e irresistible como la mar embravecida.
Ante tantos buenos comentarios pareciera que la también autora de Una noche entre los caballos, publicada en castellano por Monte Ávila Editores, no tuvo dificultad alguna para su publicación, sin embargo un buen tiempo anduvo de editor en editor hasta que su amiga Emily Coleman le presentó a T.S. Eliot, quien en su faceta de editor decidió recomendarla para su publicación, no sin antes eliminarle algunos fragmentos, que fueron desde algunas palabras hasta pasajes de tres páginas.
Quizá lo más valioso, a la par de la novela misma, para la historiografía literaria sea el prólogo que el propio T.S. Eliot redactara para la edición.
Al inicio del prólogo, el autor de "Cuatro cuartetos" plantea que cuando se trata de prologar un libro de orden creativo le parece que los pocos libros que merecen ser presentados son precisamente aquellos que es impertinencia presentar. “Yo he cometido ya dos impertinencias de éstas; ahora va la tercera...”
Tal vez para justificar los cortes a la obra, Eliot acentúa que debido a que tardó algún tiempo en formarse una apreciación de su significado en conjunto, recomienda a los lectores “esbozar las frases más significativas de su apreciación del libro”.
Para atraer lectores a la edición inglesa recuerda que mencionó en alguna descripción de la novela que gustaría especialmente a los amantes de la poesía y para ello recalca: “La frase es aceptable como síntesis publicitaria, pero quiero aprovechar esta ocasión para matizar un poco. No es mi deseo sugerir que la excelencia del libro sea eminentemente verbal y, mucho menos, que su asombroso lenguaje disimule una falta de contenido”.
Asimismo, el también crítico literario pondera veladamente a la poesía sobre la prosa al marcar “si el término de la ‘novela’ no está ya muy desvirtuado y si se refiere a un libro en el que se presentan unos personajes vivos, con una interrelación significativa, este libro es una novela. Yo no quiero decir que el estilo de Miss Barnes sea ‘prosa poética’. Pero lo que sí quiero decir es que, en realidad, la mayoría de las novelas contemporáneas no están ‘escritas’. Adquieren su parte de realidad por la minuciosa reproducción de los sonidos que hacen los seres humanos en sus simples necesidades diarias de comunicación”. Por ello, resalta que al decir que El Bosque de la noche gustará especialmente a los lectores de poesía no significa que no sea novela, sino que “es una novela tan buena que sólo una sensibilidad aguzada por la poesía podrá apreciarla plenamente. La prosa de Miss Barnes tiene el ritmo propio de la prosa y un fraseo musical que no es el del verso. Este ritmo de prosa puede ser más o menos complejo o preciosista, según los fines del autor; pero simple o complejo es lo que imprime intensidad suprema al relato”.
De la aplaudida historia, que da inicio en la Viena de 1880, y está plena de violencia, deseo, pasión, amor, odio y celos, termina ilustrando el ganador del Nobel en 1948 que no es una colección de retratos individuales, puesto que “los personajes están entrelazados entre sí, como las personas de la vida real, por lo que podríamos llamar el azar o el azar o el destino más que por la elección deliberada de la compañía del otro: el foco de interés es el dibujo que forman, más que cualquier componente individual. Llegamos a conocerlos a través del efecto que surten unos en otros”.
Foto 1: Djuna Barnes
Foto 2: Portada del libro El bosque de la noche

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